La junta directiva del Colegio de Detectives Privados de la Comunidad Valenciana ha decidido hacer un dramático "abandono de barco", presentando su dimisión colectiva y, en un alarde de eficiencia digna de una opereta, ha fijado un plazo de ocho días, sí, ocho, para la presentación de nuevas candidaturas. ¿Qué es un detective sin un buen misterio? Pero este, queridos lectores, más que un misterio, parece una mala broma.
El calendario para este circo electoral es, cuanto menos, peculiar. Las elecciones se celebrarán el 16 de septiembre, con el mes inhábil de agosto en medio, porque, claro, ¿quién no tiene todo el tiempo del mundo para preparar una candidatura en ocho días y en pleno verano? Quizás los detectives privados sean los nuevos superhéroes y nosotros no lo sabíamos.
Pero el absurdo no termina aquí. Los estatutos del colegio, en su infinita sabiduría, prohíben que cualquier detective ejerciente, aunque sea colegiado y pague su cuota religiosamente, pueda presentarse si no reside en la Comunidad Valenciana. Resulta relevante que, según mis calculos , más del 50% de los colegiados con derecho a voto residen fuera de esta comunidad. ¡Qué conveniente!
En un alarde de interpretación normativa, se entiende que el "ámbito territorial" debería referirse al alcance del colegio y no a la residencia de los detectives. Sin embargo, en su lógica torcida, el colegio considera que el detective debe vivir en la Comunidad Valenciana para poder optar a la junta directiva. Si tienen colegiados en Zamora, ¿no se expande su ámbito territorial a esa región también? Al parecer, la geografía es otro de los misterios que los detectives aún no han resuelto.
Curiosamente, el colegio solicita que todas las críticas y peticiones se canalicen a través de sus canales oficiales, mientras ellos, con gran desfachatez, utilizan canales no oficiales para anunciar cambios de horario de asambleas. Parece que estamos ante una auténtica "ley mordaza detectivesca". Y si no lo sabían, se los recordamos: la junta directiva olvida responder a las peticiones de información de sus colegiados, ignorando repetidamente los emails enviados al presidente, al secretario y a otros miembros de la junta. Me han contado, lo que no puedo corroborar, que el propio presidente pidió en un grupo de wathaap de detectives, que no se hiciesen públicas “estas cosas” porque “nos van a poner a parir”. Además, han emitido una petición formal a los colegiados, mediante sus presuntos canales oficiales.
Para añadir más leña al fuego, el colegio ha anunciado en un comunicado que la decisión de dimisión y renuncia fue tomada ya en 2023 y que la habían comunicado a otros dos Colegios Profesionales, pero a sus propios colegiados ni una palabra. Han esperado al 20 de julio para anunciar nuevas elecciones con apenas ocho días para la presentación de candidaturas, y con agosto en medio. ¡Bravo por la transparencia y la planificación!
¿Estará creada desde hace tiempo la próxima Junta Directiva?, la verdad, da para mal pensar.
Este esperpéntico espectáculo es una muestra más de cómo no gestionar una organización, y menos aún un colegio profesional que debería velar por los intereses y la representación justa de sus miembros. ¿Qué podemos esperar a continuación? ¿Quizás una nueva normativa que exija ser mago para poder ser detective? En fin, seguiremos atentos al próximo capítulo de esta tragicomedia valenciana.
Lola Murias
CEO de Descubro B2B
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