Te despiden ….y eliminas los datos de tu terminal
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Por Lola Murias. CEO de Descubro. Detective Privado
Cuando el teléfono cuenta más de lo que uno imagina
Hay despidos que se resuelven entre firmas y silencios, otros con reproches bien acumulados. Y después están los que terminan con un gesto tan sencillo como peligroso: el borrado de un teléfono o un portátil justo antes de devolverlo.
Ese gesto, que muchos trabajadores realizan casi como un acto reflejo, ha cobrado protagonismo a raíz de un episodio que ha sacudido a la propia institución fiscal del Estado. La polémica en torno al borrado del móvil del Fiscal General, en plena tormenta judicial, ha dejado una enseñanza directa:
cuando desaparecen datos de un dispositivo corporativo, no desaparecen las responsabilidades.
En el ámbito de los despachos de detectives, el asunto es todavía más serio.
1. El móvil corporativo: más que un objeto, un archivo vivo
Quien trabaja con información delicada —como sucede en cualquier agencia de investigación privada— sabe que el dispositivo asignado por la empresa no es un utensilio más.
Es un contenedor de fechas, rutas, comunicaciones, fotografías de seguimiento, correos con abogados, documentación sensible y, en ocasiones, pruebas destinadas a un juzgado.
Por eso, borrar su contenido antes de entregarlo no es simplemente “ordenar”.
Es alterar un archivo.
Y las alteraciones no autorizadas, en este sector, tienen consecuencias jurídicas claras.
2. Lo que enseña el caso institucional
La controversia que rodea al máximo representante del Ministerio Público ha servido para recordar algo que, paradójicamente, suele olvidarse:
un móvil es un testigo silencioso.
No es necesario entrar en detalles del proceso para comprender la enseñanza: la eliminación de datos en un momento crítico siempre levanta dudas. Puede afectar a la credibilidad, a la transparencia e incluso a la situación procesal de quien lo hace.
Si eso ocurre en la cúpula institucional, ¿qué puede pasar en un despacho de detectives donde cada archivo tiene peso probatorio?
3. “Te despido… y eliminas los datos de tu terminal”: el error que muchos cometen
Borrar datos corporativos sin autorización puede dar lugar a:
Delitos de daños informáticos, si se destruyen datos esenciales para la empresa.
Responsabilidad penal por revelación de secretos, si el contenido eliminado afectaba a terceros.
Apropiación indebida, cuando el borrado pretende ocultar actos improcedentes.
En un despacho de detectives, el daño es doble:
se pierde información sensible y se rompe la confianza que el cliente deposita en la custodia de la prueba.
4. Para un detective, borrar es mucho más que borrar
En la investigación privada, los datos no son meros archivos: son elementos que forman parte de una cadena de custodia que puede terminar sobre la mesa de un juez.
Borrar sin permiso equivale a retirar ladrillos de un edificio que debe mantenerse intacto.
Y además envía un mensaje devastador hacia el exterior:
“Si no protegen su propio material, ¿qué harán con el de sus clientes?”
5. Lo que deberían hacer los despachos
La experiencia aconseja contar con protocolos claros:
Entrega inmediata y documentada del dispositivo al finalizar la relación laboral.
Copia de seguridad o imagen forense del terminal antes de cualquier manipulación.
Prohibición expresa de formatear, borrar o reiniciar sin autorización.
Auditorías periódicas en los terminales corporativos.
Formación al personal para que comprendan que no es un móvil personal: es una herramienta de trabajo con obligaciones legales.
Un final que dice más de lo que parece
Los terminales corporativos hablan, aunque no tengan voz.
Y cuando alguien los borra justo antes de entregarlos, hablan todavía más.
El reciente ruido institucional solo pone de relieve una verdad simple:
en la era digital, la forma en que un trabajador trata su dispositivo corporativo dice mucho de él…
y mucho más cuando ese trabajador pertenece a un sector donde la prueba es la columna vertebral del oficio.






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