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Analista de Inteligencia y detective. El binomio perfecto.




El analista de inteligencia es fundamental para trabajar como asesor en unidades de producción en el ámbito de la inteligencia económica y empresarial. Es un hecho que la posesión de buena información e inteligencia constituye un factor fundamental para el éxito, marcando la diferencia a lo largo de la historia entre países y empresas. La sociedad actual demanda realizar una actividad sistemática de obtención, análisis y difusión de conocimiento especializado para la toma de decisiones, como respuesta a una realidad cambiante, un entorno interconectado.

El analista de inteligencia no es un espia y no realiza actividades de espionaje, sino que debe tener la capacidad de percibir y ver más allá de lo que está a la vista de todos. Al igual que los analistas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) trabajan para conocer e informar al Gobierno de aquello que pueda afectar a la seguridad, estabilidad y defensa del Estado, el analista de inteligencia de una empresa es capaz de identificar aquellos elementos de la información determinantes para entender y localizar oportunidades y amenazas.

Lo que hace el analista es transformar información en un producto de valor añadido, en conocimiento para la toma de decisiones en el ámbito de la defensa de unos intereses nacionales o económicos, se trata, en definitiva, del arte de convertir la información en una ventaja competitiva para la empresa.

Pero la labor del analista de inteligencia de una empresa no es robar información ni penetrar en los secretos de otros, porque no es un espía. El 85-90% de la información que maneja procede de fuentes abiertas (desde los medios de comunicación hasta publicaciones científicas, anuarios, tesis doctorales, imágenes de satélites comerciales, etc.), que son legales, pero no siempre gratuitas.

Tan sólo tres o cuatro empresas tienen de verdad un grupo de Inteligencia en nuestro país, otras lo tienen pero prefieren llamarlo equipos de Estrategia porque la palabra “Inteligencia” todavía da un poco de miedo, se sigue relacionando equivocadamente con el espionaje industrial. Pero la realidad es que es un perfil cada vez más demandado en nuestro país, sobre todo por empresas extranjeras, especialmente las farmacéuticas, para las que es vital tener una perspectiva de negocio a muy largo plazo.




Un analista de inteligencia es un especialista en gestionar los recursos de una organización para optimizar sus rendimientos. Esto es, a través de un estudio de toda la información y datos disponibles, este profesional asesoraría a su cliente sobre cuáles son sus carencias, sus puntos fuertes y cómo debe organizarse para sacar el máximo rendimiento.

Una de las aplicaciones más directas donde encuentran trabajo los analistas de inteligencia es en el asesoramiento a cualquier tipo de empresa. Más en un momento como el actual, cuando la internacionalización se está convirtiendo en una de las claves del mundo empresarial. En estos casos, el analista se dedicaría a investigar en directo a los posibles colaboradores y todas las circunstancias y detalles que implica, por ejemplo, la apertura de una delegación en otro país.

Esta es, sin duda, una tarea para la que tradicionalmente se podía recurrir a los servicios de un detective privado. Es importante que, para alcanzar el mismo nivel de eficiencia que estos, los analistas cuenten con una red de contactos que le facilite la entrada en ese nuevo país a la empresa. Algo de lo que sí disponen las agencias de detectives privados.

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